La vida es puta, la realidad bruta.

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10 de octubre de 2011

Imposible, improbable.

La RAE define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder. Define improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente.
Puestos a escojer, a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo.
La improbabilidad duele menos y deja un espacio a la esperanza, a la épica.
Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió. Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió. Que Los varón rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero sucedió. Nadal desbancando en el número uno a Federer, una periodista convertida en princesa, el 12-1 contra Malta en aquel famoso mundial.... 
El amor, las relaciones, los sentimientos no se funden en una razón prudente por eso no me gusta hablar de amores imposibles, si no de amores improbables. Porque lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase es que puede pasar. Mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.

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