Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografia sentimental, la verdad, es que encontrará pocas soluciones.
Podrá ponerle un parche a todas las relaciones que se le antojen pero, al final, volverá a pasar lo de siempre, que en un momento dado saltarán pedazos, como tantas otras veces por que uno es como es y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi... un combate perdido de antemano.
Lo mejor que nos puede pasar es que las relaciones sentimentales vengan con fecha de caducidad, como los yogures así sabríamos de antemano cual es la fecha del final y así no perderiamos el tiempo en inseguridades, sospechas o discursiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo aunque, si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad es que nos permite seguir soñando: "ésta vez, ese yoguro, sí, podrá conservarse para siempre"
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