Hablo de fumarnos el miedo y bebernos el rencor. Que nadie lo entienda, que sea sólo lo nuestro, un secreto de todos y ninguno. Que lo descifren, haber con qué se encuentran. Un laberinto, mil caminos y sólo una salida. Algo que llega al alma y crea pero no destruye. Una sola vida, y con la muerte de la mano, retar a todos los miedos. Deshacerse y volver a contruirse. Manos que tiemblan, piernas que se derrumban y piel de gallina. Correr y huir. No me cambies, no me dejes, si hace falta no me quieras, pero suéñame tanto que se convierta en pesadilla.
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